Al iniciar la novena edición del Festival Escenarios del Mundo, a nuestra gran alegría, motivación y convicción ante el enriquecimiento personal y social que implica el arte, acompañan algunas reflexiones.

Más allá de reiterar el valor de la interpretación, significación, puesta en valor de las manifestaciones humanas, a través de las expresiones estéticas, lo cual es ya sabido aunque medular; miramos el hecho ya concreto y vital de que Cuenca tiene una muestra del quehacer escénico actual de gran calidad artística que ha fluido extraordinariamente; pues siempre ha encontrado caminos, compañeros, coautores, bienhechores, puertas o ventanas, soluciones, en definitiva Realizaciones, así con mayúscula, que han permitido a decenas de miles de personas acceder y disfrutar de la exhibición de la actividad escénica contemporánea. Ha posibilitado a varios cientos de artistas exponer y desafiarse con sus trabajos, a algunas decenas de instituciones educativas incorporar la maravilla del teatro a la experiencia y formación de sus alumnos.

Ha involucrado por supuesto un diálogo de saberes y quehaceres en torno al arte teatral entre pueblos de varias latitudes; ha repercutido con fuerza en la generación de públicos, es decir en la consolidación de un amplio sector de la población que disfruta y consume cultura, punto que consideramos imprescindible para el crecimiento sustentable del teatro en nuestra ciudad y región, a mediano y largo plazo.