2017

¡Que florezcan las expresiones humanas simbólicas, creativas, lúdicas, cuidadas, vitales, las artes y en particular las queridas artes escénicas!

Reflexiono sobre el teatro en el Ecuador y me viene a la mente aquella difundida imagen de una vereda totalmente encementada, en la que se ha formado una pequeña grieta entre la cual ha aprovechado para desarrollarse y existir una rama verde con una flor amarilla de diente de león. Tal vez una parábola evidente y andada, pero simple y quizás pertinente cuando sabemos como decenas de montajes en el país llegan a realizarse, con rigor, disciplina, trabajo, entrega y el don que exige la labor artística; la mayoría de veces sin mayores auspicios, ni condiciones favorables, pero movidas por unas ganas, una convicción, una decisión, que ante tales circunstancias resulta misteriosa y mágica, como lo de aquella imagen de la rama verde firme en el cemento; gente que se abre esa posibilidad sumando docencia en cursos, talleres, trabajo de producción, técnico, apoyos varios; inventando. Lo propio, si pensamos en las varias salas de teatro independiente regentadas por gente de teatro mismo, que hacen un diario, valiente y bravo trabajo por mantenerse ofreciendo programaciones con muchas obras bellas y vitales como aquellas hojas verdes y la flor del diente de león. También pienso en las decenas de estudiantes que deciden invertir sobre todo su tiempo en asimilar técnicas, en comprender formulaciones teóricas y prácticas, en beber de fuentes que les puedan conducir a desarrollar una carrera profesional en este campo, a sabiendas de que no es un campo que prometería gran reconocimiento económico ni social; más vale el gusto de recrearse, reconocerse, interpretarse, inventarse en la magia del teatro. Reflexiono también en la serie de proyectos de formación, o de circulación y difusión que requieren una audacia y un afán olímpicos.

Catálogo 2017

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