Colaboración de Genoveva Mora, revista El Apuntador
LA DOBLE Y ÚNICA… Apuesta de Deus Ex Machina
Pablo Palacio… Palacio ese nombre grande que dejó en nuestras letras, no solamente una huella, sino una enorme pregunta. Lo leímos siempre como el vanguardista, el brillante y atrevido narrador que hizo tambalear la pacata moral, la recta y binaria concepción de género; el statu quo de la religión y la mismísima literatura. No es este el espacio para recordar la incomprensión, porque no decirlo, la miopía de algunos de sus pares, que por fortuna se quedó en anécdota, porque lo que sobre este singularísimo autor se ha estudiado es mucho, aquí, y alrededor del mundo.
Leer a Palacio ha sido siempre un desafío, porque a pesar de los sesudos análisis, o por ellos mismos, constituía una apuesta personal dejarnos llevar por lo que sus textos provocaban. Por ende, llevarlo a escena, multiplica el reto y creo sin lugar a dudas que este elenco, que para esta obra conforma Deus ex machina, lo ha conseguido con exuberancia. Sebastián Cattán, director y dramaturgo, re-escribe el texto, junto a Andrés Noboa, cuya pluma y batuta inscriben y escriben la música, interpretada con mucha gloria por Tadeo Gangotena, ellos son parte de la estructura de un trabajo que completan y construyen Alfredo Espinosa -el mayordomo- un personaje cuya presencia habla de la atmósfera que confina a quienes habitan la casa. Maya Villacreses, “doble y única”, hace gala de una actuación verdaderamente contundente, Maya es una actriz que ha venido creciendo y, desde mi punto de vista, en esta obra alcanza su clímax. Caymo Pizarro -la madre- despliega su experiencia e impacta con un lenguaje corporal que dice más que sus palabras y, sobre todo, lo vemos como la expresión profunda de un ser que se debate entre el afuera y sus más secretos resentimientos. Charlie Calvache -el padre- el hombre presente por su ausencia, eleva su potente voz y su silencio es un grito de impotencia. Christian Valle -el médico- un puntal en el sarcástico y esporádico humor de la obra. Diego Andrés Paredes – Arturo-pretendiente de la “doble y única…”-, una pieza que por oposición acentúa la dualidad de la protagonista. Las criadas: Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila, son las voces que dan el ‘tono alto’, rebosan el ambiente y sacan al espectador de la línea trágica, momentáneamente, porque el efecto producido por su lírica presencia tiene una especie de rebote en nuestro ánimo y nos regresa de inmediato al centro de esta profunda y trágica historia.
Marco Gangotena
He visto a esta doble y única mujer en dos escenarios, primero en Malayerba, donde la escenografía construyó una perspectiva mucho más profunda y, al mismo tiempo distante, allí el drama parecía ocurrir a un ritmo más lento y lejano, sin embargo, atrapaba y conseguía volvernos casi una pieza más de ese tablero complejo y enigmático. Definitivamente, confirmamos que el espacio tiene incidencia absoluta en el texto escénico. En Casa Humboldt vivimos la tragedia como si la tuviéramos en casa; casi podíamos palpar el dolor, la ira, la impotencia que emana de los personajes, acentuada con la voz de un piano que (en ambas versiones) se erige también como un personaje atento que eleva o acalla su voz, no siempre al unísono con los diálogos y silencios en la escena, y es ahí donde su autonomía resuena para enseguida volver ser parte de la historia que transcurre. De igual modo, en ambas propuestas nos emocionamos con la ternura y frustración del personaje extra-ordinario.
La doble y única mujer. Maya Villacreses, Alfredo Espinosa
La doble y única mujer ha sido más que eso, ha producido multiplicidad de lecturas, interpretaciones y reacciones, la mayoría apegadas a esa duplicidad física, porque en el cuento se explicita y reafirma la condición inclusive en el mobiliario, sostén imprescindible para el personaje; por eso no podemos dejar de construir en nuestro imaginario a esa mujer(es) siamesas, distintas e iguales, que sostienen una lucha perenne. Sensación que se transforma cuando vemos la puesta en escena y la interpretación del dramaturgo y su elenco que van un paso más allá. Construye el personaje principal y pone ante nosotros una mujer doble, cuya aspecto y atuendo sugiere todo el tiempo que el doblez es insondable; y lo admirable está en que la palabra asoma como resonancia del gesto, el cuerpo como cadencia y recipiente de una vivencia indescifrable en búsqueda constante de respuestas que nunca van a llegar.
La doble y única mujer. Caymo Pizarro, Cristian Valle
Cada cuerpo en la escena es una nota de esta partitura verbal y corporal que sostiene la representación, esta, que expande el límite convencional del teatro y atraviesa la frontera del musical de una manera muy particular -otro de los aciertos de la puesta-, la voz se eleva para intensificar el diálogo, para subir o bajar el registro de un drama que envuelve a más de un personaje. Y, precisamente, los personajes son, asimismo, producto de esta re-escritura del cuento de Palacio, amplían la posibilidad dramática; si pensamos que el original, un cortísimo cuento que, muy a lo Cortázar ‘noquea’ al lector, acá en el mundo teatral alarga los rounds y hace del espectador un actor más que, a ratos se compadece, otros arremete (mentalmente), y en general se conmociona de dramática manera.
La doble y única mujer. Charlie Calvache
De hecho, pienso que la clave está en la creatividad de la adaptación, en el juego intertextual que aporta cuerpo y volumen a la propuesta de Cattán, sostenida, indiscutiblemente en la música de Noboa y en la impecable participación de cada uno de los artistas que dan cuenta y contribuyen en este trabajo.
La doble y única mujer. Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila,
La doble y única mujer, hecha teatro, quedará en la retina de quienes la vimos como una de las memorables propuestas teatrales contemporáneas.
FICHA TÉCNICA
Deus Ex Machina
Dirección: Andrés Noboa y Sebastián Cattán
Dramaturgia y música: Andrés Noboa y Sebastián Cattán
Mujer: Maya Villacreses
Madre: Caymo Pizarro
Mayordomo: Alfredo Espinosa
El padre: Charlie Calvache
El médico: Christian Valle
Arturo: Diego Andrés Paredes
Las criadas y coro: Natalia Luzuriaga, Beth Egnatoff y Cecilia Dávila,